jueves, 10 de enero de 2013

Mi primer auto de "señor".

Hace unos días le contaba a mi mamá de un Ford Maverick que tuve. Fue un carro muy especial, mi primero de casado.

Color discreto, el avispón verde se moriría de envidia al ver ese verde tan intenso brillante y tornasolado.

Era estándar y se le atoraban las velocidades, así que era muy normal que llegara yo de donde sea, todo lleno de tierra y grasa por meterme debajo del carro a destrabar las varillas.

Por dentro casi no tenía piso, estaba podridísimo y podía adivinar la velocidad nomás de ver pasar la calle bajo mis pies. Toda esa podredumbre y muchos choques me imagino, hacían que el carro se pandeara y bailara como hawaiiana al irlo manejando. Me acuerdo que en Av. Patria brincaba tanto que mi hija Fer (bebé entonces) hacía ruidos tipo "aaaaaaaaaaaaaaa" y se moría de la risa porque en realidad sonaba "aaa-aa-aaaaaa-a-a-aaaa-aaaaa-aaaa-aaaaa-aa" de tantos brincos de dábamos.

No se me olvida cuánto me ofendí el día que escuché a dos vecinas elucubrando un plan para que viniera la grúa por mi carro y lo llevara al tiradero. Muy molesto les expliqué que era mi carro y no estaba abandonado, era mi carro de los domíngos.

No era fácil atreverme a subir la velocidad porque no podía pararlo, pero tengo grabada como si fuera en piedra la mirada de mi esposa cuando una vez, circulando en periférico, los guardafangos empezaron a levantarse cual alas, al más puro estilo de Bond James Bond.

Carrazo!!

Soy Perfil Bajo y voy lleno nenas.

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