jueves, 4 de noviembre de 2010

Un día como muchos, nada que destacar.

Hoy es un día de esos en los que no tengo nada que contar, y por lo mismo, creo que es digno de ser descrito, porque muchos de mis días son así.

No es sencillo agradecer las bondades de la vida cuando está uno tratando de despegar los párpados y luchando por enderezar la columna para saltar de la cama, sin embargo, llevo ya algunos años acostumbrado a hacerlo. Gracias por la vida, por el bienestar de mi gente y por la oportunidad de lanzarme al mundo a gozar de un día más.

en el trayecto a dejar a Perfila bella adolescente a la escuela, cambié la radio de estación luego de escuchar que la conductora decía "un saludo a todos los matrimonios en crisis". Pensé que sería mejor escuchar algo del Ipod, ya no recuerdo qué, porque estoy estrenando toda mi música ya que borré mis seis mil canciones por un error hace un par de días.

Ha sido un día muy fresco, en el que como a diario, sólo tomo unas dos dosis de sol de unos veinte segundos cada una. Me he de ver muy extraño caminando con los ojos cerrados, abriendo los brazos como queriendo abrazar al cielo, pero es una de las mejores formas que encuentro para conectarme con el día y el mundo, luego de tantas horas aquí encerrado sin luz ni ventilación natural.

El comedor no entregó nada espectacular, fue nada más el requisito cumplido. Como muchos muchos días. Me alivia saber que en casa me esperan unos chiles rellenos y un par de buenos vasos de agua de frutas.

En el pasillo me encontré a la secretaria de alguien con quien busco una cita desde hace semanas y le pregunté "¿qué hay?", "nada" me contesta, "¿pero va a haber?" le reviro, y ella consulta "¿tu cita?", "sí" le aclaro, como si pudiera estarle yo pidiendo otra cosa. Ni que fuera navidad.

Me encontré con la secretaria de otra área y al igual que siempre me dice "en verdad me caes bien", y yo, como siempre también, le contesto "te lo agradezco de verdad". ¿por qué le caeré bien?... gente rara.

Este trabajo me hace desconectarme del mundo real. Luego no me creen cuando llego muy callado a la casa que es por el trabajo, y es que la verdad, siento que a lo largo del día me voy desconectando de lo que pasa afuera y tardo un rato en sintonizarme con lo que "se vive" en la ciudad y el hogar. A veces me duermo antes de que suceda.

Recuerdo mis años de jóven adolescente, cuando un día perfecto era cuando conocía a una niña bonita, o cuando no había escuela, o cuando salíamos de vacaciones. Ahora pasa algo curioso, porque, aunque por un lado, ya no tengo esa bendita inocencia y falta de malicia que me permitía vivir feliz, libre de las preocupaciones del mundo de los adultos, ahora tengo mis sentidos mucho más despiertos a las cosas más sencillas. Puedo sentirme pleno observando un buen paisaje, o viendo el mundo a través de mis hijas, bebiendo una cerveza frente al mar, escuchando una buena canción o cosas como esas.

Me queda claro que el mundo es perfecto, como igualmente perfectos llegamos todos a él. Que nos desviemos en el camino es otro tema, pero somos perfectos y venimos equipados para encajar perfectamente en este perfecto mundo.

Hoy armonizo con mi mundo y agradezco las bondades que me han sido dadas en mi transitar por esta vida.

Perfil Grato.

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