martes, 26 de octubre de 2010

Un día en la vida de Perfil Bajo: Excursión al Volcán Comepueblos.



Después de algunos estira y afloja que siempre acompañan a mis decisiones, decidí agregarme a una ruta jeepera al Volcán Come Pueblos, el objetivo: subir al Volcán Comepueblos. Ningún otro, aunque debo decir que de paso disfruté de hermosos paisajes de bosque y montaña como creo que nunca había visto.

La verdad Arbolandia me sorprendió con su exuberancia y su belleza, es increíble que teniéndolo tan cerca nunca hubiera hecho ni el menor esfuerzo por conocerlo.

Pero bueno, entrando en materia de lo que a mí me gusta contar, les describo a los personajes que participamos en esta aventura:

Perfil Bonachón, quien fue el promotor y principar financiador del paseo.

Perfil filial, hermano de Perfil Bonachón, que no pintó mucho porque casi no habla.

Perfil mundoalterno, que prácticamente nomás despertó para comer o beber.

Perfil sencisho, Argentino radicado en Utopilandia desde hace un par de años.

Y su servidor Perfil Bajo, que la verdad no tiene nada de jeepero, ni de ranchero, ni de espartano pero le encanta participar en este tipo de paseos.


Es sábado y me levanté muy temprano para reportarme con mi característica puntualidad inglesa al lugar de la cita, cosa que hice con mi precisión característica, apareciendo en el horizonte cuando el segundero toca las doce.

Ya me esperaban dos perfiles, así que descargué mis implementos de explorador:

1 tienda de campaña minúscula,
1 mochila con un poco de ropa, talco, desodorante, cepillo dental, etc.
1 atado de bolsa de dormir y cobertor extra,
y mi sombrero especialmente reservado para estas expediciones, que me pone al borde de la ridiculez cada que lo uso, ya que no tiene una circunferencia regular, sino que más bien parece que traigo un pretzel en la cabeza.

Consideré llevar suficiente de casi todo, aunque estuve tentado a regresar por un cobertor extra, ya que si algo me cuesta trabajo soportar es el frío.

Tomamos rumbo a recoger a los dos perfiles faltantes y de ahí al segundo punto de reunión.

En este segundo punto, ya nos esperaban algunos jeeperos, y pronto me hice de un cafetito y listo.

Tradicionales a la puntualidad jeepera salimos como una hora tarde a carretera, en donde para completar el cuadro, comprobé que el jeep se mueve muy bien en la brecha (como pez en el agua), pero pésimamente en el asfalto (como pez en la tierra).

Ahí se empezó a dar a notar nuestro guía, a quien percibí como un tipo con muy buenas intenciones pésimamente traducidas al plano real, ya que se la pasó dando órdenes, perdiendo la caravana por cuanto recoveco pudo y deambulando sin rumbo en cada una de las sincuenta paradas que hicimos. Me cuesta entender por qué nos perdimos tanto siendo que traíamos nuestros navegadores satelitales que son a prueba de mensos. Como ya íbamos un par de horas tarde y fue evidente que el liderazgo de la caravana era una porquería, en algún momento nombré a este singular personaje "nuestro pendejo". Todos necesitamos uno para echarle la culpa y sin duda habría que dar explicaciones a los cuarenta jeeperos que nos esperaban en Ciudad Callecitas

Para retrasar aun mas al contingente, al ir pasando por Casas Gachas un retén policiaco se nos quedó mirando como tratando de asimilar tanto carro feo junto, con tanta gente fea encima. Pareció no engancharse, así que proseguimos el trayecto, pero a los metros nos salieron como de la nada tres representantes de la ley que para pronto bajaron de su patrulla y nos encañonaron con sus mosquetones de fierro y palo, que casi podría jurar les queda el puro palo. Se acerca el que alguien me dijo sería el jefe, aunque para ser honestos yo pensé que era el abuelito, porque se veía ya como jubilado dos veces... pero bueno, se acercó y preguntó a nuestro pendejo sobre la razón de nuestro viaje, ya entre ellos estuvieron tratando y luego de vernos a todos y anotar algunas matrículas nos dejaron continuar. No me queda muy claro por qué nos pararían, ya que aunque era un convoy de nueve autos, la verdad quedaba muy claro qué tipo de gente éramos. La mafia no se traslada en jeeps a un metro del suelo a donde uno no se puede ni subir, con cráneos con lucecitas rojas en las cuencas de los ojos acomodados en las ruedas de repuesto, cajuelas llenas de sandwiches y sombreros ridículos. Viéndonos de lejos más bien podríamos parecer el elenco de Don Juan Tenorio o algo así.

Hicimos un mundo de horas a Ciudad Callecitas, donde nos agregamos a un enorme contingente jeepero en donde figuraban representantes de muy buena parte de mi país: Utopílandia. Asistimos gente de por lo menos cinco provincias y era divertido escuchar los distintos acentos, destacando como siempre el de los representantes de Ciudad Monstruo que decían "chingáaaa manitooo" y eran casi tantos como nosotros.

Algo que agregar al tema de la torpeza del jeep en el asfalto es que se descomponen con solo mirarlos, ya que cuando no era uno era otro el que presentaba algún achaque.

Pues salimos de nuestro tercer punto de encuentro cargados con bastante comida y una provisión de cerveza como para atender a 33 mineros durante un partido de fútbol. Perfil Filial y Perfil Mundoalterno estaban bastante preoupados por el tema de la autonomía espirituosa, así que en cuanto fue posible, aumentaron la reserva para completar lo necesario para dos partidos de fútbol.

Abastecidos y ya en caravana compacta, con líder y barredora (automóvil que recoge a los descompuestos, que curiosamente no era marca jeep) arrancamos hacia el Volcán Comepueblos.


En otro momento que coincida en esta sintonía continuo el relato...

Pues bien. ya incorporados en una gran caravana que se alargaba por kilómetros, fuimos adentrándonos en el "Parque Nacional del Pico un día sí y un día no", atravesando hermosas postales a diestra y siniestra, hasta concluir nuestra ruta en un lecho de río donde los jeeperos dieron vuelo a sus ansias de romper sus carros.

Ahí nos alcanzó la noche, y junto con ella nos alcanzó ya a todos un hambre maldita que a mí me tenía de pésimo humor. La oscuridad dificultaba mucho la caminata por el oscuro bosque ya que había muchas ramas y troncos en el suelo, muchas arañas en enredaderas tejidas de un árbol a otro y muy poca luz con que auxiliarse, ya que mi única lámpara la regalé a un paisano de El Carrizal de los Ruiz para salir por la noche. Quise hacer un video al estilo de la bruja de blair, hablando y grabando mientras caminaba por el bosque en total negrura pero me caí y ahí suspendí el rodaje y continué apretándole los botones a mi móvil al tiempo que lo pegaba al suelo para ver por dónde pisaba. Fue divertido, y más porque como otras veces ya todos gritaban "Perfil Bajooooo, Perfil Bajoooo dónde estáaaaas".

Después de algunos minutos para nosotros, que seguramente fueron horas para algunos otros nos integramos al final de la línea, para ahora sí dirigirnos al lugar de la acampada, a donde llegamos en la misma oscuridad a instalarnos en nuestras respectivas tiendas de campaña.

Ya teníamos toda una estrategia para hacernos del mejor lugar para las tiendas, de la mejor parrilla para nuestra cena y salimos corriendo al bajar del auto.

Perfil Sencishito tenía la comisión de encontrar una parrilla, tarea que realizó impecablemente, aunque desafortunadamente no logramos encontrarlo y no fue sino hasta que el campamento estaba totalmente armado y el fuego encendido que nos enteramos que se estaba muriendo de hipotermia en el otro extremo del parque cuidando una parrilla y espantando enamorados ansiosos de apagar su sed de amor en un rincón oscuro.

Perfil Bonachón, fiel a su forma de ser, empezó a preparar el fuego, coordinó las tareas de armado de tiendas y pensó las mejores técnicas de improvisación para suplir una parrilla, generar luz, calentar agua, etc.

Yo armé mi tienda en treinta segundos, los primeros veinte para sacarla de la bolsita, los últimos diez para dejarla caer en el pasto. Es una de las grandes virtudes de una tiendita pequeñita. Ya adentro comprobé que aunque es muy pequeña por fuera es bastante amplia por dentro. Es curioso, no se cómo podría ser eso. A partir de ese momento dí en llamarle el Castillo Rosnovski, en honor a Wladek Koskiewicz, rebautizado como Abel Rosnovski cuando el Barón del mismo nombre le heredó su castillo y fortuna. ¡Qué bonito mi castillo!

Ya en el interior de mi loft de 1.40 x 1.40 m. me dispuse a acomodar mis pertrechos, me dio gusto que hasta lugar me sobró, con la gran ventaja de que entonces podría dormir adentro.

Salí a la parrilla para ver que las quesadillas, cortes finos y salchichas chisporroteaban alegremente, mientras que Perfil Senisho y Perfil Mundoalterno rebotaban también alegremente debido a su agente hidratante.

Comimos como gente grande (yo como Barón), y luego de eso dimos por concluido el día.

Hubo algunas negociaciones para repartir los espacios para dormir, mismas en las que yo no participé porque el acceso a mi castillo se restringe a los plebeyos.

Luego de analizar la situación de los ronquidos y los parentescos (que la verdad el segundo era el criterio lógico para decidir), Sencisho durmió con Mundoalterno. Toda la noche fue un concierto de ronquidos que resonaban a lo largo del campamento incluso más fuerte que cualquier coyote.

Ya instalado en la fortaleza, me di cuenta de que sólo cabía acostado en diagonal, loq ue para mí es un problema porque soy un obsesionado de la simetría, con todo y eso, dormir en angulo recto a alguna pared no fue opción. Me puse todos mis suéteres, me metí en la bolsa de dormir y me tapé encima con un cobertor. Si me tapaba la cabeza se me destapaban los pies y viceversa, escogí tapar los pies, pero a la hora de por fin querer dormir me quedaba la cabeza colgada como de pajarito muerto... no llevé almohada. Me puse la mochila como tal y quedaba medio sentado, me puse un zapato y olia a rayos, de modo que tuve que quitarme un suéter y hacerlo bolita. Ya con eso pude dormir un rato, hasta que empecé a sentir un frío mortal, y es que como mis pies tocaban la pared del castillo por ahí empezó a meterse todo el sereno, que fue luego absorbido por toda mi bolsa de dormir. Qué bien, excelentes propiedades absorbentes de mi bolsa de dormir.



Mañana podré ver las ruinas de Templo Comido y subiré al Volcán Comepueblos, soy el rey del mundo... oigo el ladrido de los coyotes, ¿los coyotes ladran? no sé, podrían ser aullidos... oigo un monstruo, alguien gruñe, no lo sé, creo que Mundoalterno ronca ¿quién podría saberlo? ¿todos tendrán tanto frío como yo? yo no soy espartano, soy comodino, los nobles somos comodinos. Malditos coyotes... mi castillo... buenas noches.


Soy Perfil Bajo, de los Ruiz de Nochistlán.

1 comentario:

Patty dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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