jueves, 24 de noviembre de 2011

Llámame Bond, James Bond.

De los últimos días me ha llamado la atención que tanto en la gran comunidad escolar que me desenvuelvo, como en el evento donde gasté mis últimos cinco días de playa del año, parezco ser invisible.

Ser invisible no es para mí una novedad, ya que es muy comun que, en la foto, nadie sabe quien soy, cuando me encuentro con alguien a quien reconozco me dice "dame una pista que no te recuerdo" y en las listas de agradecimientos rara vez se me menciona (aunque también debo reconocer que no soy un "dador" a manos llenas).

Nunca he sido dado a llamar la atención, y no me gusta cruzarme con gente en mi camino. Hablo poco, oigo mucho; tengo una cara que parece tener mucha gente en mi país y creo que todo lo anterior en conjunto me convierte en el espía perfecto; alguien que bien puede ir caminando discretamente por la acera o escuchando a alto volúmen, música de las películas de El Santo en un clásico convertible y sin ser notado.

Martini seco por favor, agitado, no batido.

Soy Perfil Bajo, de los Ruiz de Nochistlán... y que bien me queda ser yo.

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