martes, 11 de mayo de 2010

Insomnio de una noche de verano.

Bueno. Estoy aquí escuchando a Astrud Gilberto, en un rato de descanso después de cargar unas cajas acompañado (ayudado) por una atlética y enérgica morenita, pensando en el menú para medio día.

Como algo que realmente no sucedió, recuerdo mi mala noche.

Estos últimos días ha hecho un calor que invita a asomarse a la ventana y fantasear con palmeras meciéndose al son de alguna canción cubana, al tiempo que la brisa marina refresca nuestro rostro y un azucarado mojito hace lo propio con nuestro sediento ser. Nada más lejos.

En cambio hizo un calor terrible, sólo levemente atenuado por una pequeña llovizna a las diez de la noche.

Como siempre, cubro mi cara con la almohada y más pronto que tarde caigo dormido, sin saber si es mi propensión al sueño, el ambiente casi casi uterino que percibo al tener algo cálido en la cara y nada más que oscuridad o de plano que medio me ahogo y la falta de oxigeno me hace desmayarme. Como sea funciona.

Entre sueños percibo un zumbido incómodo que casi nunca oigo, pero que hoy escucho por encima de los gallos locos que cantan toda la noche allá en el pueblo.

El zumbido no se calla. Es la bomba que sube el agua de la cisterna al tinaco.

Me levanto y a ciegas pero con precisión qurúrgica alineo mis pies y los deslizo para encajar justo en mis chanclas de orcapollo. Camino del cuarto a la sala, que es algo así como mi pequeño triángulo de las bermudas, ya que es un pequeño espacio donde el tiempo no existe, donde reina la confusión y no sabe uno ni qué hora es. Esto se debe a que tengo tres relojes y cada uno indica una hora diferente.

El microondas que alcanzo a ver desde aquí a veces dice cero y otras cualquier hora entre las cero y las veinticuatro. Veo también el reloj de pared de la sala, que tiene la hora de algún universo paralelo fijada hace tal vez un año y regida caprichosamente por la pila baja que empuja la manecilla de los segundos temporalmente asimétricos. Mi última referencia es el reloj de la "casita" de mi Ipod, que podría marcar la hora correcta, si Doña Chelita no la desconectara cada que viene a asear la casa. Algo raro pasa con este reloj, y tal vez la madrugada no sea el mejor momento para discernir sobre el asunto, pero pienso que, aunque el reloj digital cuenta con una batería de respaldo, tal vez en un afán de ahorrar batería, el reloj camina más lento. O podría ser que ante la ansiedad de no saber cuándo será nuevamente descubierto con la clavija fuera de lugar, los minutos se vuelven interminables, con el consecuente retraso.

En la oscuridad promedio mis tres relojes y me indican las tres de la mañana. El zumbido no cesa.

¿alguien está lavando la ropa de todo el verano en este momento? ¿dejaron una llave abierta? ¿se pegó el flotador del tinaco?

Decido acostarme y olvidarme del asunto, pero mis oídos no quitan el dedo del renglón... ¿mis oídos tienen dedos? válgame... otra noche pienso en eso, que ahora estoy ocupado con el zumbido.

Cubro mis sensuales calzones de manga larga (que a veces sobresalen bajo mis shorts) con mi pijama de cuadritos y salgo a observar el edificio desde la cochera el busca de algo anormal: Todo perfecto. Subo los cuatro pisos que me separan de la azotea, me cuelgo de la escalera estilo bombero para ir a donde los tinacos: Todo normal. Decido no caminar por arriba ya que algún vecino modorro podría confundirme y en lugar de ver a su vecino bondadoso cuidando el agua que habremos de heredar a nuestros retoños, podría estar viendo al delincuente que intenta observar a su esposa tirada con poca ropa en su cama, o bien podría pensar que soy un mal vecino tratando de hurtar su tinaco lleno de agua. Mejor me quedo con lo que vi y vuelvo a la casa.

Me siento más tranquilo ahora que se que el tinaco no reboza de agua por sus bordes y constaté que la llave de la cochera no tira agua.

El zumbido sigue ahí.

Me acuesto de nuevo, creo mi ambiente uterino y trato de dormir.

Giro a un lado pero no puedo dormirme porque siempre que me acuesto de ese lado se me tapan los poros de la nariz, así que me giro al otro. Sólo así puedo respirar. ¿cómo una nariz tan bonita puede funcionar tan mal? ¿serían los forceps?.

¿Qué está pensando ese maldito gallo? ¿mi reloj estará mal? ¿serán las seis? ¿será un gallo francés? ¿vivirá lejos? ¿qué hace un gallo en la zona urbana? ¿lo tendrán para no tener que ir a comprar huevos a el mercado? ¿los gallos ponen huevos?

Algo cambia en el ambiente que me saca de mis cavilaciones. Después de un rato y de pegar mi oído a la pared noto que el zumbido cambió. Escucho algo pero no es la bomba. Creo que es el compresor del refrigerador. ¿por qué no se apaga el refrigerador? ¿por el calor?

Me recuesto de nuevo. Quiero ir al baño. Chanclas, camino, entro al baño a oscuras y recuerdo la cucaracha del otro día. ¿y si una cucaracha me acecha desde la oscuridad tratando de pegar sus patas velcrosas en mis piernas? ¿y si, como le pasó a aquél ex-tío, me empieza a curiosear en salva sea la parte? (con el ex-tío fue una rata). Mejor enciendo la luz. La luminosidad me pega como tablazo en la cara. Observo cuidadosamente y no veo nada. Nada.

Sigo sentado en mi trono. Soy un rey. Veo la revista de chismes y la abro en cualquier página. El hermano de Mi pequeña golosa se va a la guerra. ¿un soldado americano gana cincuenta mil pesos al mes? ¿si lo matan vale cinco millones de pesos? Michele Vieth debe estar muy esperanzada de que maten al hermano para no tener que volver a trabajar. Mejor vuelvo a la cama que se hace más tarde de la hora que desconozco que es ahora.

Me acomodo en mi cama, me auto asfixio lentamente hasta que me gana el desmayo... ¿que canción es esa? ¿qué me recuerda?

Es mi alarma. Debo irme a trabajar y ahí está ese zumbido de nuevo.

Tengo que averiguar quién tira tanto el agua. Otro día será, porque se me hace tarde.

Gilberto sigue cantando y me trae de regreso con la chica de Ipanema. Hace algo de hambre. Voy por un café que espero me sepa a mojito y esperare a que el acondicionador de aire suelte su suave brisa. Brisa de mar.

Soy Perfil Bajo, de los Ruiz de Nochistlán.

Birds Over the Beach Pictures, Images and Photos

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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