miércoles, 22 de septiembre de 2010

Bendito insomnio

Hace un par de días me preparé de todo a todo para dormir plácidamente. Toda la rutina se realizó a conciencia y terminé acostado boca abajo, tapado con la sábana hasta la cabeza y haciendo una curvita graciosa para taparme también los ojos pero dejando fuera la nariz y la boca. La almohada sobre la cabeza y agarrada por la esquinita para que no se me suelte, celular a la derecha, control remoto a la izquierda... todo perfecto, a dormir.

Pero a tienen que cuando hice click al cerebro para desconectarlo, en lugar de poner mi mente en blanco la puso de todos los colores, empezando a fluir recuerdos a diestra y siniestra de forma tal que no podía ni tratar de ordenarlos.

Me acordé de mil cosas, algo parecido a la cinta en fast forward que vé uno antes de morir (no me he muerto pero ya he visto la cinta algunas veces), pero casi todos los recuerdos se ubicaban en la adolescencia.

Fue curioso pero como dice por ahí un chiste de mal gusto "no le podía cortar la hebrita" y así estuve horas dedicado a recordar.

Hice inventario de carros, de frases para el frasario, de mujeres que me dijeron que no, de feas que me han querido, de golpes que me he dado en la cabeza, de amigos que he tenido, de amigos que conservo, de cosas de las que debería arrepentirme, de cosas que no debo olvidar jamás, de los mejores traseros del cine de todos los tiempos, de las viejitas que he ayudado a cruzar la calle, de ocasiones en que me he caído, de las ocasiones en que me he levantado, de cosas que debí hacer mejor y muchas otras tarugadas como por ejemplo:

La vez que me caí de la bicicleta enfrente de la niña que me gustaba, todo por lucirme y levantar la rueda delantera. Fue ahí cuando constaté que no apreté bien las tuercas la última vez que le quité la llanta. De la mano con eso, recordé mi reloj casio de calculadora, que en ese momento se rompió y no volvió a ser el mismo.

Me acordé la vez que por cinco minutos se me fue el camión, no traía más de cinco pesos y tuve que caminar como cuatro horas por todo Guadalajara durante la madrugada. También me acuerdo que tenía mucho miedo de que me asaltaran. No sé de qué me preocupadba si no tenía ni pa' el pinche camión.

Me acordé de que en la Casa de la Cultura de Ensenada ponía corazones con mi nombre y la niña que me gustaba, pero siempre ponía que ella me amaba a mí y no yo a ella. Nunca me reclamó pero tampoco me hizo caso. Recuerdo también que estaba muy llena de acné, y que mis amigos y yo jurábamos que estaba así porque tenía muchas relaciones sexuales.

Me acordé cuando una compañera de la secu se brincó la reja de la escuela para irnos a la playa, y que tuvo el mal tino de brincar antes de que su falta librara los barrotes. La recuerdo perfectamente colgada del vestido con sus calzones azules gritando para que la bajáramos. Cynthia López.

Me acordé de la viejita holandesa a quien asesoré sobre en qué estación del tren bajar, ya que iba sola y nunca había viajado en trenes de alta velocidad. Yo también iba solo y tampoco había viajado nunca en trenes de alta velocidad. Tengo su cara grabada en piedra cuando volteó a verme desde el andén, a través del ventanal del vagón, luego de que observó el nombre de la estación y las puertas del tren se hubieron cerrado. Fallé de ciudad por unos 200 kilómetros.

Recordé las dos veces que estuve a punto de ahogarme: una cuando mi amiga Gaby Gómez (que recordé también que vivía en una casa que decía "aquí viven los Gómez", a lo que mi mamá agregó un día que pasamos por ahí, "mira nomás que pobres los Gómez", sin saber que era la casa de esta amiga que la verdad si estaba re pobre)me aventó a una alberca, luego de que me preguntó si sabía nadar y yo le había contestado que no. Luego de eso, recuerdo claramente escuchar los diálogos a través del agua "¿por qué lo aventaste? no sabe nadar, ¿deveras no sabe?" y cosas así, hasta que Gaby heroicamente saltó y me rescató de la bronca en la que me metió.
La otra ocasión me estaba ahogando por tarugo nomás, porque me paré junto a una alberca y pensé me voy a aventar, ni modo que no pueda nadar. Y ándale que no pude nadar, así que entre tragos de agua y manotazos llegué al borde y salí tosiendo. En ese momento se acercó una señora que caminaba por el lugar y me preguntó si estaba bien, le dije que si. Claro que si, estaba bien, pero bien imbécil.

Me acordé de nuestros perros malteses Giro y Bonnie.

Me acordé de las calles por las que me iba a la secundaria, y además visualicé mentalmente cada cuadra desde la casa hasta la entrada de la "Migoni". Eran como veinte cuadras.

Me acordé cuando me asaltó un cholo y me pidió mi cadena de oro, y yo nomás le dije ¿por qué? y me fui.

Me acordé de la vez que en la playa de Las Bocas intenté calmar un pleito entre dos desconocidos, que nomás se voltearon a ver entre ellos y se preguntaron ¿lo conoces? no!, y entre los dos me golpearon.

Me acordé cuando el papá de Penichet me criticó por no limpiar bien mi bicicleta, y desde ahí nunca volvió a estar sucia.

Me acordé de nuestro viaje sin permiso de Guadalajara a Tijuana, nomás porque llegamos a Mazatlán y estaba nublado, y mi primo quería saludar a un amigo en Tijuana.

Me acordé del atentado que sufrió un magistrado español, el 30 de octubre del 2010, volando también un autobús de la línea 53, a la hora y el día que debí haberlo tomado por primera vez para ir a un curso, pero en lugar de eso me fui por un cheque. Luego de eso tomé esa ruta todos los días a esa misma hora durante más de un mes y podían verse los edificios sin cristales y las manchas en el suelo. El atentado fue casi a las nueve (mi hora de entrada) a dos cuadras del lugar donde iba yo. Hubo tres muertos y más de sesenta heridos, la mayoría del camión. Yo si sentí que me escapé.

La nota:

http://www.elpais.com/articulo/espana/QUEROL_LOMBARDERO/_JOSE_FRANCISCO_/MAGISTRADO_ASESINADO_POR_ETA/MEDINA_SANCHEZ/_ARMANDO_/ASESINADO_POR_ETA/ESCUDERO_GARCIA/_JESUS_/POLICIA_ASESINADO_POR_ETA/ETA/mata/Madrid/magistrado/Supremo/chofer/escolta/elpepiesp/20001031elpepinac_16/Tes

Me acordé también de la vez que fui por las tortillas en la bicicleta y una señora me abrió la puerta en plena cara. No me pude acordar lo que le dije a la señora.

Me acordé de Leonardo Orozco Serna, que me regaló tacos de pescado todos los días a medio día durante tres años.

Me acordé de la vez que se le salió el volante al carro que iba manejando y todavía me dió tiempo de volverselo a poner sin chocar.

Me acordé cuando jugué futbol por primera vez y me dieron un pelotazo en la quijada y me corté la lengua por la mitad. Muchas puntadas.

Me acordé de mi operación en salva sea la parte, que me hizo caminar como el Piporro durante meses. Me tomaba la medicina para el dolor, pero la de la inflamación se quedó en el buró.

Me acordé de mi disco de acetato de The Police ¿dónde habrá quedado?

Me acordé cuando fuimos a degustar tequila a la expo y para mayor seguridad le encomendé el carro de Alfonso a otro amigo que no sabía manejar.

Bueno, me acordé de tantas y tantas cosas que no me quedó tiempo para dormir.

Perfil Noctámbulo

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